Sandy y la luna | audio cuento infantil
Sandy y la luna
– ¿Qué es eso? —preguntó a Bobs, el perro adulto.
– Es la luna —le dijo Bobs— ¿Puedes ver la cara que te mira? En la luna hay un hombre, ¿sabes Sandy? Ten cuidado de que no te coma.
– Más le valdrá a él tener cuidado de que no me lo coma yo… —respondió Sandy feroz.
– Eh…luna…¿ves los dientes afilados que tengo? Ten cuidado o te comeré.
La luna no le hizo ningún caso y continuó viajando con rapidez entre las nubes.
Cada vez que salía de entre ellas Sandy creía que la luna lo miraba fijamente y se ponía furioso.
– Márchate —le ladraba.
– Luna de mirada fija, ¿cómo te atreves a mirarme de esa manera?
Le ladraba, le ladraba… le gruñía desde el fondo de la garganta, le enseñaba los dientes y los hacía rechinar. Pero la luna continuaba viajando por el cielo y estaba más brillante que nunca.
Al final, a Sandy le dolió el cuello de tanto mirar hacia arriba así que se metió en su caseta y se acostó.
No había pasado mucho tiempo cuando su ama tigo por el sendero silbando bajito:
– ¡Eh Bobs! ¡Eh Sandy!…¿Os apetece dar un paseo en esta noche tan bonita?
Corriendo salieron los dos perros y danzaron en torno a su ama, luego echaron a correr por la acera ladrando y saltando.
Sandy se había olvidado por completo de la luna, hasta que de pronto llegó a un gran charco. Y allí, Brillando en medio del agua estaba la luna de plata. Miró a Sandy y pareció reírse de él.
Aquí me tienes otra vez decía su sonrisa
– ¡Guau! —dijo Sandy con un gritito entusiasmado— Te has metido en el charco eh…muy bien, ahora te tengo.
Ahora año o y el año el charco con las patas para sacar a la luna de él, pero no lo consiguió.
Se rompía en trozos pequeños, pero al cabo de poco volvía a unirse y se reía de Sandy.
– De alguna manera te atraparé —gruñó— ¡Ya lo sé! ¡Me beberé el agua del charco y te encontraré en el fondo! Luego te masticaré hasta hacerte pedazos.
Así que comenzó a beberse el charco.
Era grande, pero Sandy no estaba dispuesto a rendirse. Bebió y bebió; y su cuerpecito se hinchó como un globo.
Acabó por beberse toda el agua y después buscó a la luna en el fondo.
Pero no estaba allí.
Justo en ese momento, su ama regresó con Bobs y lo miró sorprendida.
– ¿Puede saberse por qué te has bebido ese charco? —quiso saber— Debías de estar muerto de sed, Sandy.
– La luna estaba ahí dentro —dijo Sandy— así que me bebí el agua para llegar hasta ella. Pero… ay amita…ahora la luna no está allí así que debo de habérmela bebido. ¡Ay! me está haciendo mucho daño… Ay, tengo a la luna dentro…
Entonces Bobs se puso a reír hasta que casi se le cayó la cola.
– Mira al cielo —dijo—Y Sandy miró. Allí estaba la luna viajando silenciosamente entre las nubes.
– ¡Vaya! ¿Cómo ha podido volver ahí arriba? —gritó Sandy con asombro.
Y hasta el día de hoy nunca lo ha sabido.
– Colorín colorado…
– …este cuento se ha acabado.