La gallinita roja | audio cuento infantil
La gallinita roja
Un día, la gallinita roja encontró unos granos de trigo esparcidos por el corral.
– Mirad lo que he encontrado —les dijo a los otros animales— ¿Quien me ayudará a sembrar este trigo?
– Yo no.
– Yo no.
– Yo no.
Dijeron el gato, el cerdo y la oveja.
– Entonces lo haré yo sola —dijo la gallinita roja.
Así lo hizo.
Sabía que las semillas necesitaban agua para crecer.
– ¿Quién me ayudará a regar estas semillas? —preguntó la gallinita roja.
– Yo no.
– Yo no.
– Yo no.
Dijeron los tres.
– Entonces lo haré yo sola —dijo la gallinita roja.
Así lo hizo.
La gallinita roja regó la tierra y esperó pacientemente para que el trigo creciera.
Cuando el trigo estuvo alto y dorado sabía que estaba listo para cortar.
– ¿Quién me ayudará a cortar el trigo? —preguntó la gallinita roja.
– Yo no.
– Yo no.
– Yo no.
Dijeron los tres.
– Entonces lo haré yo sola —dijo la gallinita roja.
Así lo hizo.
El molinero simpático molió el trigo y lo transformó en harina fina y suave, y la gallinita roja volvió con un gran saco lleno.
– ¿Quién me ayudará a hacer pan con esta harina? —preguntó la gallinita roja.
– Yo no.
– Yo no.
– Yo no.
Dijeron los tres.
– Entonces lo haré yo sola —dijo la gallinita roja.
Así lo hizo.
La cocina se llenó del aroma delicioso del pan que se estaba horneando y los otros animales vinieron a ver lo que estaba pasando.
La gallinita roja sacó el pan caliente del horno y lo puso sobre la mesa.
– ¿Quién me ayudará a comer este pan sabroso y fresco? —preguntó la gallinita.
– Yo
– Yo
– Yo
Dijeron los tres.
– ¡No! —dijo la gallinita roja— No me ayudasteis a sembrarlo, ni regarlo, ni cortarlo, ni molerlo, ni hornearlo. Lo comeré yo sola.
Y así lo hizo.
– ¡Vaya!
– ¡Dios mío!
– ¡Vaya! ¡Dios mío!
Dijeron los tres.
Meses más tarde la gallinita roja encontró de nuevo unos granos de trigo. Pero esta vez la oveja lo sembró, el gato lo regó con cuidado cada día y el cerdo cortó el trigo cuando estaba alto y fuerte.
Cuando terminaron de hornear la masa, los animales prepararon chocolate caliente y comieron el pan fresco y crujiente.
¡Era delicioso!
Y los animales vivieron felices para siempre, cooperando y ayudándose cada día.
– Colorín colorado…
– …este cuento se ha acabado.