El arbolito de navidad | audio cuento infantil
El arbolito de navidad
– ¿Qué te pasa? —le preguntó un conejito que estaba mordisqueando la corteza de un árbol grande que había cerca.
– Que es navidad —contestó el abeto— Puede que para ti no signifique nada, conejito, pero a mí me da miedo. Fíjate, ya soy lo bastante grande como para convertirme en un árbol de navidad en una fiesta familiar. Me arrancarán de mis raíces y me pondrán en el escaparate de una tienda. Alguien me comprará y me llevará a su casa. Clavarán agujas afiladas en mis tiernas ramas para decorarme y peor aún, me llenarán de velas encendidas. Acabaré quemado. Seguro.
– Eres un abeto muy extraño —le dijo el conejito sorprendido— la mayoría de los abetos se sienten muy orgullosos de ser una alegría para los niños.
Justo en ese momento, apareció un hombre con una pala. Al ver el pequeño abeto fue hacia él. Lo arrancó con ayuda de su pala y lo cargó en un carromato. Luego, lo llevó a la ciudad más cercana.
El abeto fue todo el camino temblando porque sabía que le había llegado la hora.
Enseguida lo pusieron en el escaparate de una tienda y no pasó mucho tiempo antes de que entrara una niña a comprarlo.
– Ahora me clavarán agujas en las ramas —se lamentó el árbol— y me pondrán velas que me quemarán.
La niña se llevó el arbolito a casa y lo plantó en un trozo de terreno redondo en el jardín.
El abeto estaba muy sorprendido, porque él pensaba que lo iban a poner en un cubo o una maceta grande.
– Al final no voy a ser un árbol de navidad —pensó.
Pero sí que lo era.
La niña lo decoró al día siguiente y colgó un montón de regalos en sus ramas.
– ¡Pero que regalos más curiosos! —el arbolito no entendía nada.
Había doce trocitos de coco, ocho galletas, diez pedacitos de corteza de pan, dos ristras de cacahuetes dándole vueltas enredadas entre sus ramas, seis trozos de manteca y cinco puñados de semillas de mijo repartidos por sus hojas y ramas.
– Pero bueno, ¿para qué será todo esto? —se preguntaba el árbol sin salir de su sorpresa.
Muy pronto lo supo, porque la mañana del día de navidad se vio rodeado del susurrante sonido de las alas de un montón de pájaros que revoloteaban a su alrededor sin parar de piar y gorjear.
Todos los pájaros bajaron volando al jardín y se posaron en las ramas del pequeño abeto.
Había petirrojos y gorriones, zorzales y mirlos, estorninos y herrerillos, escribanos y acentores. Todos picoteaban ilusionados los regalos que había en las ramas.
– ¡Eres un árbol de navidad para pájaros! —le gritó un gran zorzal al arbolillo— te han puesto aquí para nosotros.
-Todas las navidades te decorarán igual, y a medida que vaya pasando el tiempo, te irás haciendo cada vez más grande en este jardín.
– ¿No estás contento?
– ¡Pues claro que estoy contento! —gritó el pequeño abeto.
¡Y tendríais que haber visto el susurro de sus ramas cuando las movió de alegría de arriba a abajo!
– Colorín colorado…
– …este cuento se ha acabado.